Hoy en día/actualmente, los procesos de cumplimiento se han vuelto mucho más importantes, especialmente para las empresas, debido a las implicaciones cada vez mayores de la globalización. Con la globalización de las actividades económicas y de la estructura organizativa y las operaciones de las empresas, que también influyen en su presencia mundial, se han ampliado el número y el alcance de las normativas que afectan a las empresas. Con frecuencia, las empresas desconocen determinadas normativas a las que están sujetas y obligadas, y sólo se percatan de tales obligaciones después de enfrentarse a una sanción.
El cumplimiento de la normativa implica lidiar con muchas normas, así como comprender y evaluar todos los aspectos técnicos asociados a su ejecución. Sin embargo, antes de segmentar cada categoría dentro de sí misma, una empresa debe establecer un sistema para crear, seguir y mantener su proceso de cumplimiento, que también debe ser coherente con su ADN único.
De acuerdo con la definición del término «compliance», las empresas deben determinar con qué normativas deben cumplir. Como se mencionó al principio del artículo, uno de los criterios más cruciales para determinar la normativa que se debe cumplir es la estructura organizativa de la empresa. Está claro que las empresas están sujetas a la legislación del país en el que se han establecido. Sin embargo, si una empresa desarrolla su actividad en otra jurisdicción, puede estar sujeta a la legislación de ese país además de a la de su sede. Incluso si una empresa está constituida y opera en un solo estado, puede regirse por las leyes de otro país si tiene empleados extranjeros, o sus actividades tienen implicaciones en un país extranjero, o tiene tratos comerciales con terceros en todo el mundo. Por lo tanto, antes de abordar sus obligaciones de cumplimiento, las empresas deben determinar primero a qué leyes de qué país están sujetas, o si están sujetas al derecho internacional.
Además de la legislación general, la normativa que deben cumplir las empresas puede variar en función del sector en el que operen. En consecuencia, la empresa debe determinar su industria y las implicaciones de la misma.
Por otra parte, la normativa incluye tanto la legislación primaria como la secundaria, como directivas y comunicados.
Los requisitos de cumplimiento también abarcan las decisiones tomadas por las administraciones que actúan como autoridad supervisora y reguladora de la legislación aplicable, así como los precedentes legales. Los requisitos que se derivan de tales decisiones a menudo proporcionan directrices para el cumplimiento.
Los reglamentos internos de las empresas son aspectos cruciales del cumplimiento que con frecuencia se pasan por alto en la actualidad. Las empresas deben examinar si sus reglamentos internos se ajustan a las leyes a las que están sujetas, y deben establecer un programa de cumplimiento para garantizar que sus acciones se ajustan a sus reglamentos internos.
Tras determinar qué normativas requieren su cumplimiento, las empresas deben identificar su actividad habitual, lo que iniciará un proceso de CHECK-UP en la empresa para identificar sus prácticas conformes o no conformes con la normativa aplicable. De este modo, se identificarán las posibles sanciones y repercusiones del incumplimiento, y los resultados se clasificarán en función de su categoría de riesgo.
Una vez finalizado el proceso de CHECK-UP, las empresas deben desarrollar una ESTRATEGIA para eliminar o minimizar sus riesgos junto con una hoja de ruta. Es fundamental identificar y clasificar las etapas de esta hoja de ruta desde el grupo de alto riesgo hasta el grupo de bajo riesgo.
Las empresas deben ajustarse a las acciones descritas anteriormente para garantizar el cumplimiento. Sin embargo, también es crucial mantener la progresión y la persistencia en el cumplimiento. El cumplimiento debe estar en sincronía con su estructura dinámica, evolutiva y actualizada.
Los esfuerzos de cumplimiento de las empresas son a largo plazo, con etapas que deben incorporarse a su ADN interno. Hoy en día, las empresas tienden a centrarse en determinadas áreas de cumplimiento; sin embargo, su cumplimiento debería abarcar algo más que la legislación en materia de competencia, protección de datos personales o lucha contra el soborno. Cada legislación relativa a una empresa sirve de guía y tiene un impacto en el cumplimiento. No obstante, dadas las multas administrativas relevantes u otras sanciones que han suscitado la atención de los medios de comunicación, es previsible que las empresas dediquen más esfuerzos al cumplimiento en algunos ámbitos. De hecho, resulta estratégicamente apropiado definir categorías de riesgo y priorizarlas en términos de cumplimiento, en función de la estructura única de una empresa, como se ha mencionado anteriormente.
Teniendo en cuenta la creciente globalización, este artículo ha tratado sobre cómo analizar y gestionar las necesidades de cumplimiento de las empresas. Merece la pena insistir de nuevo en lo importante que es tratar cada elemento con preocupaciones técnicas y prácticas. De lo contrario, las empresas pueden sufrir consecuencias tales como ser acusadas de delitos tipificados en el Código Penal turco, incurrir en multas administrativas sustanciales, indemnizar a las partes pertinentes y verse obligadas a cesar sus operaciones temporal o permanentemente. Además, hay que reconocer que estas consecuencias pueden imponerse tanto a la persona jurídica de la empresa como a sus ejecutivos y empleados.